El proyecto, que lidera el grupo de Ecofisiología de la Universidad de La Laguna, y colabora la Universidad del País Vasco, pretende evaluar la vulnerabilidad de las especies para evitar pérdidas por el cambio climático.
Por Redacción
El cambio climático y la sequedad ambiental han hecho que se ponga este proyecto en marcha, con 80 especies procedentes de los parques nacionales de Canarias.
Todo esto es debido a la reducción de precipitaciones y aumento de las temperaturas que se están dando en los últimos años, y que afecta en los paisajes vegetales, donde ya es observable dicha sequedad.
Por ello, se está clasificando a las especies conforme a su vulnerabilidad a los cambios para poder lograr el objetivo de conservación y sostenibilidad. Se estudian los caracteres fisiológicos junto con sus variaciones a lo largo de los cambios producidos por la aridez climática, definiendo correctamente cada especie para reforzar la mejora de las especiales, además de estudiar su capacidad de resistencia a la sequía.
Las especies observadas son mayormente vasculares, aunque también las hay no vasculares, y se determinan con valores promedios de características fisiológicas, junto con el estudio de los niveles de tolerancia a la deshidratación, además de las técnicas para evitar la sequía.
Los datos serán recopilados por los expertos de Caldera de Taburiente, Timanfaya, Garajonay y El Teide.

Los datos sobre el clima y los valores ecofisiológicos de las especies serán analizados exhaustivamente para establecer relaciones con la aridez del clima, y buscar soluciones para estas plantas, para evitar la desaparición de ellas.
De acuerdo con la investigadora principal, doña Beatriz Fernández-Marín nos cuenta «lo que sería no solo una valiosa herramienta para la gestión adaptativa de la biodiversidad vegetal, sino también aplicable a parques nacionales peninsulares».
El proyecto, que tiene previsto finalizar en 2024, trata sobre dos ejes principales. El primero de ellos es la puesta a disposición de esas herramientas para los gestores de los parques nacionales. El segundo eje nos dice que esto debe servir para fomentar en los institutos de Educación Secundaria el interés por la ecología funcional y la búsqueda de su implicación en pequeños proyectos.

Debemos saber que el clima en Canarias está influido principalmente por los vientos alisios, que traen humedad y chocan con el relieve de altitud intermedia, produciendo pequeñas nieblas y ambientes húmedos.
Canarias es un laboratorio nacional, con especies tales como la laurisilva, los pinares de tipo mediterráneo de La Caldera de Taburiente, los matorrales de cumbre en el Teide, y muchas más, siendo un sitio ideal para el estudio de los caracteres funcionales que definen la susceptibilidad o resistencia al estrés hídrico.

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