El «nuevo» periodismo y las «fake news»

Falta de veracidad y suplantación del profesional, las nuevas formas de dañar una gran profesión


Por Sonia Blanco (@pensadoramadrid)


La moralidad y la ética periodística es la que siempre ha distinguido a un profesional de la comunicación en transmitir informaciones verídicas como acto voluntario para realizar una acción consciente de deber, y con la contrastación adecuada de fuentes, transmitiendo la verdad para satisfacer su fin honesto, y no comunicar informaciones que puedan dañar la moral o ser indiferentes.

La aparición de las redes sociales, el desarrollo digital y su uso inadecuado por parte de algunos medios de comunicación lleva a que las fuentes, actualmente, no sean contrastadas, creando un fenómeno que denominamos como las fake news.


Existe una crisis sobre lo que se considera periodismo, y es que actualmente cualquiera se denomina periodista cuando coge un teléfono móvil y alcanza un minuto de fama por reproducir un vídeo o hacer viral un comentario (aunque sea falso). Esto es una manera de vulnerar la ética y el rigor periodístico, al no estar comprobadas las fuentes, y de distorsionar la opinión pública.

Estas personas son culpables de la degradación del periodismo, hasta llegar a importar más el número de seguidores, que comunicar la verdad, con mayúsculas. Las bases del periodismo, como contextualizar, investigar, relatar hechos verídicos, informar y concretar se está quedando atrás por culpa de un tenderete que han montado personas que suplantan esta profesión, denominándose como influencers.

Los informes de expertos que antes utilizaban los reconocidos periodistas ahora pasan a ser las tendencias en redes, es decir, la antítesis de lo que realmente se considera la profesión de comunicador. El periodismo «nuevo» es el de tendencias, que se fija más en la forma de transmitir para llegar a otros que en el fondo o la veracidad. Esto se considera un periodismo degradado, poco ético, que pondera más el protagonismo (la audiencia) que informar correctamente a los lectores o seguidores del contenido de ese periódico/revista.

Es por ello que muchos periodistas, actualmente, luchen por reducir este tipo de prácticas a lo que muchos medios te obligan, que traen consecuencias atroces como descender la confianza de los ciudadanos en los medios de comunicación.

De acuerdo con la Asociación de la Prensa en Madrid (APM) «los periodistas españoles notan la falta de independencia por motivos políticos y editoriales, situando este problema como el tercero más grande de dicha profesión, tras la baja remuneración y el intrusismo laboral«.

La voz de la conciencia, tu sentido del deber, tu rigor por contar la verdad y la obligación ética que, como Sócrates decía, los actos honestos representaban un verdadero beneficio, son metas a conseguir en tu interior para no pisotear tu trabajo y no ceder ante el egoísmo e intereses particulares de otros.

Por culpa del miedo y las presiones de ciertos sectores que presionan al periodista, hacen que disminuya su grado de volición (voluntariedad) y libertad a la hora de realizar un acto, como es el de contar la verdad, según la propia persona como profesional de la comunicación.

En mi opinión, la conciencia moral debe ser fuente de dicha pauta de honestidad, no dejándose influenciar por el área social, y no crear solamente a un profesional formalista, sino otro vocacional, donde la ética y el compromiso por los valores periodísticos sean cumplidos y se trate la información con seguridad, concreción y rigor.

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