En diversas investigaciones arqueológicas a lo largo de los años, se han encontrado hallazgos en la sierra, que los expertos datan de la época romana.
Por Sonia Blanco (@pensadoramadrid)
Y nos sumergimos por la sierra de Guadarrama para descubrir maravillas arqueológicas y naturales que pocos conocen.
Hoy hablamos de la calzada romana de Cercedilla. Es uno de los pasos naturales del Sistema central.
Su construcción data, supuestamente, del siglo I después de Cristo, la cual fue realizada con materiales que encuentras en esta zona, como son el gneis y el granito. Seguramente, estos materiales los obtuvieron de la cantera situada en puente del Descalzo, en el mismo municipio, de acuerdo con el experto Cesario de Miguel; si bien, está por confirmarse.
PERO, ¿SABEMOS REALMENTE COMO SE CONSTRUÍAN LAS CALZADAS EN EL PASADO?
En realidad, esta época no nos dejó manuales de ingeniería, salvo la obra de Vitruvio (arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista), titulada De architectura libri X que, técnicamente, no se ocupaba de hablar de la construcción de calzadas.
Por lo que los expertos, para averiguar las técnicas y procedencias, exploraron por otros textos que nos dejaron científicos, geógrafos, escritores literarios e historiadores. Por ejemplo, existe un texto de Tito Livio (año 174 antes de nuestra era) que menciona el tema de las calzadas:
«…concedieron contratos para pavimentar las vías con piedra en la ciudad, y grava fuera de ella, y para colocar bordillos, y también para construir puentes en muchos lugares»
(Ab urbe condita, 41, 27)
En esta cita, existen tres ideas principales. La primera de ellas, es que desde el siglo II antes de Cristo, empresas privadas ya ganaban dinero con la construcción; la segunda, que existían concursos públicos; la tercera, que las calzadas tenían bordillos y estaban pavimentadas con piedra grande (sílex) o pequeña (grava).

Fuente: Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid
El Digesto también contiene la distinción de varios tipos de vías romanas, como las terrenae, la glarea iniectae y la lapide stratae.

Fuente: Museo Histórico de Sant-Remi (Francia).
Como podemos ver en la foto anterior, museos como el de Sant-Remi, situado en una antigua abadía del siglo VI (Patrimonio Mundial de la UNESCO), contiene ejemplos de calzadas romanas, tal como los textos antiguos los describían.
Otro ejemplo más de que en la Antigüedad se pavimentaba con piedra por zonas pantanosas, lo tenemos en el siglo II de nuestra era, con Galeno:
«…afirmando con piedra las partes de aquellas que eran fangosas o pantanosas, o bien levantándolas por medio de terraplenes»
(De Methodo Medendi, XIV, 9, 8)
Cayo Suetonio Tranquilo fue un historiador y biógrafo romano que, durante la expedición de Calígula hasta el Mar del Norte, destaca que el emperador hacía barrer y regar la carretera para no tragar polvo. Y es que los viajes por vías y calzadas romanas podían ser a grandes velocidades, donde se podía llegar hasta cien millas (148 kilómetros) en un solo día, como nos comentaba Plutarco, en su Vida de César.
¿Y QUIÉN NOS HIZO CREER QUE LAS CALZADAS ROMANAS ESTABAN ENLOSADAS?
Fue Nicolas Bergier (abogado y humanista, nacido en Reims), durante el siglo XVII, de la literatura de Plinio y Vitruvio.
Los restos de la calzada romana de Cercedilla fueron visibles, primero en Fuenfría, dirección sur, siguiendo el curso del arroyo de la Venta, y así hasta el puente del Descalzo.
La vía romana de Cercedilla fue utilizada en aquella época como paso para cruzar a Segovia.
De acuerdo con el experto Blázquez, en su escrito Vía romana del Puerto de la Fuenfría del Boletín de la Real Academia de la Historia LVIII, de 1911 la calzada podría llegar hasta Los Molinos, bajar por Villalba y Torrelodones para llegar hasta la Casa de Campo, en el centro de Madrid.
Sin embargo, otros estudios posteriores realizados por Gonzalo Arias, en 1987, titulados Repertorio de caminos de la Hispania romana, contradicen esto, situando la calzada en lo que hoy es la autovía A-6 que une Madrid y La Coruña, continuando por la carretera de Guadarrama y El Escorial.
Gonzalo niega que llegue hasta la Casa de Campo esta vía, sosteniendo que el tramo conduce hasta Majadahonda, derivándose entonces hacia Colmenarejo para continuar por El Escorial y Peguerinos. La Machota es la calzada romana que llegaría hasta El Escorial, después de cruzar un puente romano sobre el río Aulencia (en Zarzalejo), de forma paralela al ferrocarril.

Fuente: Museo Arqueológico Nacional.
Todo esto nos hace pensar que existían diferentes vías y calzadas, y había una mezcla de estas para comunicarse unas y otras, entre sí.

Si observamos los restos de la zona, mi conclusión es que existieron diversas vías romanas que convivían en la sierra de Madrid, para el desplazamiento por Hispania, uniendo hasta Segovia con esta.
Se sabe que hubo un verdadero entramado, trazado en la época romana, donde convivían las vías principales de desplazamiento con otras secundarias. Estas construcciones hicieron que el Imperio Romano se pudiera extender de forma rápida.
El buen estado de conservación de este empedrado en mucha parte de la sierra hace que esta excavación sea una de las más importantes de la zona, hasta el momento.
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